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5 ejes para renovar la gobernanza

El sector público no puede estar ajeno a este cambio: bien al contrario, no sólo debe afrontarlo, sino que en gran medida debe liderarlo. Pero para ello necesita una revisión en profundidad sobre sus instrumentos, estructura y función.

Presentar una agenda de renovación de la gobernanza en nuestras sociedades no es tarea sencilla. Proponemos aquí algunos puntos en los que se puede avanzar:

• Plantearse la revolución digital desde el presente. Son muchos los retos que la revolución digital está poniendo encima de la mesa de los gobiernos en materia de políticas públicas: los pisos de alquiler turístico y su impacto urbano, las nuevas modalidades de movilidad urbana, la realidad de una transformación en profundidad en el mundo del trabajo y del consumo, no pueden permanecer ajenas a la reflexión sobre lo que hoy consideramos un bien gobierno. Y la respuesta a la revolución digital no puede sostenerse únicamente sobre la base de la digitalización de la administración, sino que requiere de una reflexión estratégica sobre cómo y hacia donde orientar las políticas públicas.

• Consolidar alianzas: mucho se ha avanzado en la formulación de alianzas multiactor que sean capaces de asumir retos complejos. Pero queda mucho por hacer. Estamos pasando de un concepto de gobernanza administrativa a un modelo de gobernanza en red, donde otros actores pueden completar, e incluso liderar, procesos en beneficio de la sociedad. El sector público ha perdido el monopolio de la defensa del interés general. Constatar esta realidad implica modificar una mentalidad anclada en décadas de derecho adminstrativo, buscando nuevas fórmulas de cooperación entre los diferentes actores.

• Innovación y participación ciudadana son caras de la misma moneda. La puesta en marcha de políticas innovadoras, de laboratorios de ideas y de programas experimentales puede permitirnos encontrar vías para resolver algunos de los retos que tenemos por delante. No se trata de crear unidades de innovación o participación, sino de atravesar todas las políticas públicas y la administración desde una lógica innovadora y participativa.

• Aprovechar la revolución de los datos para fortalecer las políticas basadas en evidencias. Hoy tenemos un arsenal metodológico mucho más desarrollado gracias al impulso de la economía de los datos, que nos permitiría tener una aproximación más cabal a las necesidades, demandas y retos de la ciudadanía, a través de la explotación, análisis e interpretación de los datos. Los datos no lo son todo, pero su manejo permitiría enriquecer en gran medida la realización de políticas públicas con mejor impacto.

• Acometer una reingeniería de la administración. Hasta el momento, y pese a las numerosas iniciativas innovadoras puestas en marcha, el derecho administrativo sigue siendo el rey de la dirección de los asuntos públicos. Urge una reingenería interna que permita aprovechar la mayor agilidad de la administración electrónica, sino sobre todo volver a repensar los procesos internos para dotar a nuestros gobiernos de mayor flexibilidad y capacidad de respuesta.

Nada de esto se logrará sin acometer una profunda apuesta por la mejora cuantitativa y cualitativa del capital humano que trabaja en la administración y en el gobierno. Avanzamos hacia un modelo de trabajo en el que la función pública tradicional debe transformarse para permitir una gestión más eficiente, innovadora y abierta, al tiempo que se ofrecen los correspondientes incentivos al desempeño y se arreglan situaciones que llevan mucho tiempo entre las demandas de los trabajadores públicos.

Estamos a tiempo para lograr este cambio, y para convertir a nuestro sector público en un motor de la transformación que necesitamos.

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