Idea

En defensa de la política de cohesión

La Unión Europea se enfrenta, durante el próximo período, al serio reto de hacer frente a las consecuencias de la salida del Reino Unido. No es el único –subsisten problemas de gobernanza en la zona euro, temas de legitimidad democrática, incremento del populismo- pero sí el principal.
Y una de los aspectos en los que más va a afectar es en las próximas perspectivas financieras.

La UE tendrá un presupuesto menor para invertir, y los grandes programas, que más recursos consumen, se verán indefectiblemente afectados. Entre ellos, la Política de Cohesión. Los escenarios que está poniendo encima de la mesa la Comisión Europea proponen concentrar los recursos en las regiones menos desarrolladas, o incluso solo en los denominados países de cohesión, esto es, Portugal y los países del Este. La racionalidad económica que hay detrás de esta decisión es teóricamente impecable: si la cohesión es convergencia económica, es ahí donde deben concentrarse los menguantes recursos de la Unión.

Pero esto sería un grave error: la política de cohesión es mucho más que convergencia económica. Es también armonización de prácticas de políticas públicas, es acercar el presupuesto de la Unión a los efectos directos de las empresas, asociaciones, y ciudadanos que notan de manera evidente cómo ser miembros de la Unión Europea contribuye a su prosperidad. Es la construcción de un marco de valores compartidos en torno a nuestro modelo de desarrollo inteligente, sostenible y socialmente inclusivo. A través de la política de cohesión, las regiones de la Unión Europea han desarrollado un método armonizado de reflexión sobre sus potencialidades de desarrollo, han intercambiado experiencias, han mantenido contacto con las instituciones europeas, han fortalecido, desde la base, la europeización de las políticas públicas.

Sacrificar todo ese proceso para terminar destinando el grueso de los fondos exclusivamente a los países denominados “de cohesión” es un gravísimo error que puede terminar minando la cohesión de toda la Unión Europea. Sin el sustrato de europeización que representa la actual política de cohesión, los pilares territoriales de la construcción europea pueden verse enormemente amenazados.

Los países que más pueden sufrir este proceso, y España particularmente, deberían activar desde ya sus mecanismos para evitar que este pernicioso escenario de cumpla. Pero no bastará la acción diplomática. Ahora que pasaremos a ser contribuyente neto, sería fantástico que España liderase una nueva manera de entender la política de cohesión. Pero para ello España debe llegar a Bruselas con los deberes hechos, mostrando resultados y buena capacidad de ejecución de los fondos asignados, algo que en estos momentos es difícil de sostener, dados los bajos ritmos de ejecución y el enorme retraso que se lleva en la misma.

Es un tema serio: conviene que las administraciones públicas españolas se apliquen y consigamos mostrar al resto de la Unión Europea que, bien gestionados y ejecutados, los fondos de la política de cohesión construyen más Europa que todas las declaraciones del Consejo y el Parlamento juntas. Pero para ello hay que ponerse manos a la obra, con celeridad y con diligencia, evitando la desidia que amenaza con justificar que perdamos una de nuestras principales fuentes de promoción del desarrollo económico y social.

Estamos a tiempo.

http://cor.europa.eu/en/takepart/Pages/cohesion-alliance.aspx

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