Idea

Políticas públicas basadas en datos

El informe, que se puede consultar aquí, permitió iniciar una reflexión sobre las mejores prácticas de políticas públicas para regular una situación que se consideraba ya potencialmente peligrosa.

Desde ese informe, varios ayuntamientos y comunidades autónomas han desarrollado iniciativas parecidas, con diferentes grados de desarrollo. Diversos equipos y consultoras han realizado también los suyos, algunos de parte –en contra o a favor del fenómeno- en función de apriorismos no siempre justificables. Pero todos los informes chocaban con un mismo elemento: la ausencia de datos fiables sobre el fenómeno. Las plataformas se cuidan muy mucho de proporcionarlo, y el equipo de Red2Red tuvo que trabajar durante horas haciendo cálculos manuales y desarrollando modelos de inferencia estadística para identificar tendencias y estimaciones.

Un año y medio más tarde, el trabajo activista de muchos especialistas, el uso de big data y de la geolocalización, permite obtener una información gratuita y de fácil acceso de gran calidad, como lo es el proyecto DataHippo. Ahora, gracias a estos trabajos, una administración pública puede tener un conocimiento cabal del fenómeno en su territorio, extraer datos de evolución y composición, y proceder a una explotación de datos muy superior a la que existía hace apenas unos meses.

El conocimiento en red tiene este potencial: la información que ayer era cara y difícil de obtener, está hoy en la red construida desde una lógica de procomún. Es una de las grandes tensiones de nuestro tiempo: mientras la economía digital concentra el poder en un puñado de empresas tecnológicas con grandes capitalizaciones bursátiles y un poder de mercado inédito en décadas, el trabajo colaborativo permite obtener una información valiosísima y de acceso gratuito y libre.

En esta era de los datos, el acceso a los mismos se considera un activo estratégico de primera magnitud. La lucha por su apertura o por el mantenimiento de la propiedad de los mismos puede significar una economía abierta y creativa o un coto cerrado a grandes tecnológicas. Las personas que nos dedicamos a la gestión del conocimiento, como consultores, académicos, estadísticos o activistas, conocemos su importancia, y sabemos que el valor añadido se sitúa ya en el nivel del manejo e interpretación de los mismos. Pero para que esta nueva economía florezca, y lo haga de manera libre, el acceso a los datos debe democratizarse. Las iniciativas de Open Data de muchos gobiernos son en gran medida un paso importantísimo en esa dirección, pero esta apertura necesita también de un apoyo decidido a aquellas iniciativas que permiten que se pueda generar conocimiento a través de los mismos. Todos y todas saldremos ganando.

Publicado en